TIPS PARA SANAR TU CUERPO

 


Sanando tu Cuerpo



>> 6  TIPS PARA SANAR TU CUERPO

 

Muchas veces cuando nos enfermamos, el resultado de nuestros malestares tiene que ver con situaciones que se han instalado a lo largo de mucho tiempo en nuestra mente; de allí ha pasado a través de los pensamientos y la energía a nuestro cuerpo.  Cuando se desata el malestar, y tratamos de paliar los síntomas, tenemos que preguntarnos: ¿de dónde viene ese malestar? ¿De dónde nace la enfermedad?

 

Cuando eso sucede, siempre hay alguna razón que nos conecta con el pasado, con nuestra historia personal, con alguna emoción no trabajada, con alguna herida de la infancia, e incluso con energías emocionales no resueltas que vienen de nuestros antepasados. ¿Cómo trabajar esas energías? Pues en primer lugar, reconociendo que es un proceso, y que si tardamos tiempo en instalarlo, tampoco será inmediata la solución del problema. Es decir, necesitamos tiempo.

 

En primer lugar tenemos que ver ¿Qué es lo que estamos sintiendo? ¿Qué es lo que nos afecta? ¿Cómo nos afecta? ¿Qué nos permite y qué nos impide hacer lo que está afectándonos? ¿Cómo se manifiesta? ¿Qué significado tiene para nosotros la enfermedad?

 

Infinidad de veces, sin darnos cuenta, nos castigamos de forma inconsciente. Nos sentimos culpables por cosas que han pasado en nuestra vida, de las cuales tenemos poco o ningún control. Y, como nos han enseñado a sentirnos culpables, pecadores o responsables por cosas que suceden, ciertamente nos afecta anímica, energética y emocionalmente, y como consecuencia, de forma inconsciente vamos generando una respuesta que conduce al auto-castigo. No olvidemos que toda culpa tiene un responsable, y si ese responsable ha hecho daño (real o virtual), merece un castigo. Es lo que hemos aprendido a través de la educación, sociedad, cultura y religión. Ahora bien, ¿qué pasa cuando el que se ha equivocado eres tú mismo? ¿Qué puedes hacer en ese caso? ¿Cómo puedes castigarte para pagar tu condena? ¿Que debes hacer? Por supuesto, la respuesta es agredirte para pagar tu equivocación.

 

Pueden aparecer también algunas heridas de nuestra infancia como la traición, el abandono, el rechazo, la injusticia, la humillación. Es importante entender que no necesariamente eso nos sucedió, sino que de alguna manera aprendimos a través de apreciaciones que en algunos casos pueden ser erradas. También, es posible que tengamos cargas emocionales que vienen en la energía de nuestros padres, y que han sido transmitidas a lo largo de la historia de la familia.  Estas energías son heredadas en las vivencias de nuestra familia, y se reproducen generación tras generación. Por eso, vemos situaciones de niños pequeños afectados por enfermedades terminales o que fallecen en accidentes a temprana edad.

 

Quizá la pregunta que debemos hacernos en cada momento es: ¿Qué puedo aprender de esta experiencia? ¿Qué es lo que esta experiencia quiere decirme? ¿Cómo puedo obtener resultados de ella?  De alguna forma, si somos capaces de darnos cuenta por nosotros mismos o con algún terapeuta de lo que nos sucede, es posible que comencemos un proceso de sanación, que puede no ser sencillo, ya que el reconocimiento de nuestras creencias limitantes y la eliminación de ellas, es muchas veces un proceso doloroso.  El cambio en nuestra mentalidad que tiene que darse con la intención de revertir el proceso, se realiza paso a paso, y muchas veces toma más tiempo del esperado.

 

Quizás lo más importante es reconocer que tenemos que curarnos. De allí en adelante depende de nosotros asumir la responsabilidad que implica Sanar. Sin embargo, las recompensas no se hacen esperar, ya que al reconocerte, durante el proceso, estarás lleno de paz, dicha y felicidad, y muy probablemente encontrarás tu propósito y la razón de tu existencia en este plano. Te invito a preguntarte honestamente: ¿Qué puedo hacer por mi vida?  Cuando consigas las respuestas, se iluminará tu camino.

 

6 Tips para acelerar tu Sanación:

 


1.- Aprende a escuchar tu cuerpo.  Recuerda que lo único que está en el Presente es tu propio cuerpo. Y en él se reflejan todas las energías pasadas, presentes y futuras que pueden afectarlo. Cierra los ojos, y en un acto de humildad, reconoce en el silencio, la sabiduría de los mensajes de tu cuerpo.  Recorre cada centímetro de tu cuerpo y aprende a escuchar qué es lo que tiene que decirte.

 


2.- Cuida lo que ingieres.  Todo aquello que entra en tu cuerpo, es importante.  Aprende a alimentarte apropiadamente.  Mientras más sano comas, mejor será tu salud. Come con inteligencia. Cuando sientas que algo en especial te llama la atención, como por ejemplo: un sabor (dulce, amargo, salado, agrio, ácido, picante), pregúntate ¿Cuál es la razón? Asimismo, presta atención a otros detalles, como por ejemplo la comida elaborada, procesada, enlatada, etc., que ingieres. Cuando hacemos esto nos excusamos con la falta de tiempo, estoy hambriento.  ¿Qué es lo que está detrás de esas excusas? ¿Cuál es la razón? No olvides incluir dentro de esta reflexión el consumo de bebidas tales como: alcohol, café, té, bebidas azucaradas, etc. Ten cuidado con las dietas, y más con aquellas que las personas recomiendan sin saber por qué.  Si consideras que debes hacer alguna, acude a un especialista para que te dé su opinión profesional. 



3.- Aprende a Respirar. La respiración es la función fundamental de nuestra vida, y a veces le prestamos poca atención. Solo piensa qué sucedería si tratas de no respirar por diez minutos, quizás mucho menos. Seguro que no podrías aguantar, y si lo haces podrías afectarte de forma importante.  No le prestamos el suficiente cuidado a nuestra respiración. La respiración es mágica para calmarte, hacer ejercicio, descansar, activarte, etc.  Cultiva la respiración. No en vano los hindúes tienen una técnica llamada Pranayamas que cultiva la energía que obtienes del aire.



4.- Realiza ejercicios físicos.  Los seres humanos somos una especie que necesita estar en movimiento. Necesitamos hacer ejercicios de forma constante.  No es necesario que te entrenes para competir en alguna disciplina. Simplemente establece una rutina de ejercicios que te permita moverte por lo menos unos 30 minutos al día. Eso mantendrá a tu corazón sano y a tu hígado relajado, y permitirá que las energías de tu cuerpo se mantengan activas.  Haz lo que te gusta, bailo terapia, yoga, taichí, trota, camina, ve al gimnasio; pero no dejes de intentarlo.



5.- Trabaja tus emociones. Conectate con ellas. Somos seres emocionales, y ellas forman parte de quienes somos.  Nuestras emociones básicas: el miedo, la tristeza, la rabia, la alegría y el amor, son parte fundamental del Ser Humano.  Las otras emociones derivan de ellas.  Cuando somos capaces de validar y vivir nuestras emociones, nuestro cuerpo lo agradece porque eso permite que las energías inmovilizadas, que pueden bloquear nuestro cuerpo, se muevan y desaparezcan.  No te quedes estancado en ninguna de ellas.



6.- Conéctate con tu Ser Interior. Seamos o no religiosos, podemos reconocer que dentro de nosotros opera una energía fundamental, vinculada a algo que desconocemos.  Si somos capaces de tranquilizarnos a través de la respiración, y podemos dedicar unos minutos al día a ese proceso de introspección y conexión interior, nuestra vida experimentara un cambio radical. Reconocernos como algo que existe más allá de nuestro diario trajinar, de nuestras propias limitaciones, nos conecta con el poder del cambio y del logro, e inclusive nos hace ver posibilidades donde antes solo veíamos limitaciones.   Te invito a intentarlo y probar que sucede.



Estas son algunas ideas que iremos desarrollando a lo largo de nuestros próximos artículos.  Espero te sirvan de ayuda y nos permita seguir conectados.  Si te gusto nuestro artículo, no olvides suscribirte a nuestro Blog. Seguiremos en Contacto.

 

 

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