EL PALIDO PUNTO AZUL
THE PALE BLUE DOT.
Hoy traemos un relato de Carl Sagan,
acerca de la foto que tomada en febrero de 1990, desde el satélite Voyager 2,
desde más allá de la órbita de Neptuno, viajando a una velocidad mayor a 65.000
km/h, en su viaje hacia fuera de los confines de nuestro Sistema Solar.
Carl Edward Sagan
(1934-1996) fue un astrónomo, astrofísico, cosmólogo, astrobiólogo, escritor y
divulgador científico estadounidense. Inicialmente fue profesor asociado de la
Universidad de Harvard y posteriormente profesor principal de la Universidad de
Cornell.
El relato de Carl Sagan es el siguiente:
“Desde la distancia, los planetas
parecen sólo puntos de luz, con manchas o sin ellas, incluso a través del
telescopio de alta resolución instalado a bordo del Voyager. Son como los
planetas observados a simple vista desde la superficie de la Tierra, puntos
luminosos más brillantes que la mayoría de estrellas. Por espacio de unos
meses, nuestro planeta, al igual que los demás, da la sensación de flotar entre
las estrellas. Con sólo mirar uno de esos puntos no somos capaces de decir lo
que alberga, cuál ha sido su pasado y si, en esta época concreta, vive alguien
allí. Como consecuencia del reflejo de la luz solar de la nave hacia la Tierra,
ésta parece envuelta en un haz de luz, como si ese pequeño mundo tuviera algún
significado especial. Pero se trata solamente de un accidente achacable a la
geometría y a la óptica. El Sol emite su radiación equitativamente en todas
direcciones. Y si la imagen hubiera sido tomada un poco antes o un poco
después, no habría habido haz de rayos solares que iluminara la Tierra.
¿Y por qué ese color azul celeste? El
azul procede en parte del mar y en parte del cielo. Dentro de un vaso, el agua
es transparente y absorbe ligeramente más luz roja que azul. Pero si lo que hay
son decenas de metros de ese elemento o más, éste absorbe toda la luz roja y lo
que se refleja de vuelta al espacio es el azul. Del mismo modo, a corta
distancia, a través del aire, el objeto se ve transparente. No obstante —y eso
es algo que Leonardo da Vinci explicó a la perfección—, cuanto más distante se
encuentra, más azul parece. ¿Por qué? Ello es debido a que el aire dispersa
mucho mejor la luz azul que la roja. Por ello, el matiz azulado de ese puntito
es debido a su espesa pero transparente atmósfera y a sus profundos océanos de
agua líquida. ¿Y el blanco? En un día normal, la Tierra aparece medio cubierta
de blancas nubes de agua. Nosotros somos capaces de explicar ese azul pálido
que presenta nuestro pequeño mundo porque lo conocemos bien. Sin embargo, es
menos probable que un científico extraterrestre, recién llegado a los aledaños
de nuestro sistema solar, fuera capaz de deducir la existencia de océanos,
nubes y una atmósfera densa. Neptuno,
por ejemplo, es azul, pero fundamentalmente por razones distintas.
Desde esa posición tan alejada puede
parecer que la Tierra no reviste ningún interés especial. Pero para nosotros es
distinta. Echemos otro vistazo a ese puntito. Ahí está. Es nuestro hogar. Somos
nosotros. Sobre él ha transcurrido y transcurre la vida de todas las personas a
las que queremos, la gente que conocemos o de la que hemos oído hablar y, en
definitiva, de todo aquel que ha existido. En ella conviven nuestra alegría y nuestro
sufrimiento, miles de religiones, ideologías y doctrinas económicas, cazadores
y forrajeadores, héroes y cobardes, creadores y destructores de civilización,
reyes y campesinos, jóvenes parejas de enamorados, madres y padres,
esperanzadores infantes, inventores y exploradores, profesores de ética,
políticos corruptos, superstars, «líderes supremos», santos y pecadores de toda
la historia de nuestra especie han vivido ahí… sobre una mota de polvo
suspendida en un haz de luz solar. La Tierra constituye sólo una pequeña fase
en medio de la vasta arena cósmica.
Pensemos en los ríos de sangre
derramada por tantos generales y emperadores con el único fin de convertirse,
tras alcanzar el triunfo y la gloria, en dueños momentáneos de una fracción del
puntito. Pensemos en las interminables crueldades infligidas por los habitantes
de un rincón de ese pixel a los moradores de algún otro rincón, en tantos
malentendidos, en la avidez por matarse unos a otros, en el fervor de sus
odios. Nuestras creencias, la importancia que nos auto atribuimos, nuestra
erróneo juicio de que ocupamos una posición privilegiada en el universo son cuestionados
por ese pequeño punto de pálida luz azul.
Nuestro planeta no es más que una
solitaria mota de polvo en la gran envoltura de la oscuridad cósmica. Y en
nuestra oscuridad, en medio de esa inmensidad, no hay ningún indicio de que
vaya a llegar ayuda de algún lugar capaz de salvarnos de nosotros mismos. La
Tierra es el único mundo hasta hoy conocido que alberga vida, tal como la conocemos.
No existe otro lugar adonde pueda
emigrar nuestra especie, al menos en un futuro próximo. Sí es posible visitar
otros mundos, pero no lo es establecernos en ellos. Nos guste o no, la Tierra
es por el momento nuestro único hábitat. Se ha dicho en ocasiones que la
astronomía es una experiencia humillante y que imprime carácter. Quizá no haya
mejor demostración de la locura de la vanidad humana que esa imagen a distancia
de nuestro minúsculo mundo. En mi opinión, subraya nuestra responsabilidad en
cuanto a que debemos tratarnos mejor unos a otros, y preservar y amar nuestro
punto azul pálido, el único hogar que conocemos.”
CONCLUSIÓN
Ya en 1990 y a través de esta reflexión,
Carl Sagan nos indica cómo le hemos restado importancia a las cosas que si la
tienen, y sin embargo, le hemos dado importancia a aquellas que no la
tienen. Desde la distancia, en ese lejano
punto azul, es donde están todos nuestros amores, deseos, etc. Nuestra
enseñanza es que debemos conservarlo y llenarnos de amor, solidaridad y vivir
en Paz con nuestros semejantes, desarrollando nuestro destino.
En este momento, en el año 2022, sin
duda, es una reflexión pertinente cuando nuestro mundo se encuentra abatido en
distintas crisis, en su mayoría generados por el hombre y su afán de dominar al
otro sin pensar en su insignificancia y en la total intrascendencia de nuestra
vida en el Universo. Como podemos
aceptar una guerra inútil entre seres humanos, por conquistar gloria o un
pedazo de tierra. Y estamos frente a una guerra inútil como lo es la guerra de
Ucrania y Rusia, que sin duda dejara más heridas de las necesarias.
Finalmente, no creo que la Astrofísica
sea humillante; más bien, creo que nos enfrenta a la realidad, nos ayuda a
reconocer nuestras limitaciones y nos permite darnos cuenta del camino a
seguir.
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