LA PERFECTA NATURALEZA DEL SER
LA PERFECTA NATURALEZA DEL SER.
EL HOMBRE MULTIDIMENSIONAL
Cuando algo nos afecta en algún ámbito
de nuestra vida, como por ejemplo el personal, eso se extiende a cualquiera de
nuestros otros dominios. Somos seres
integrales y multidimensionales, y no podemos separar lo que sucede en nuestra
vida privada, en nuestra familia o en nuestras diferentes relaciones.
NUESTROS ROLES
Como seres humanos tenemos muchos
roles. Somos hijos, nietos, padres, abuelos, profesionales, amigos, esposos,
amantes, etc. Parece que cada vez que desempeñamos uno de esos roles, creemos
que simplemente nos cambiamos el sombrero y nos olvidamos del otro. Es posible
que sea así. Pero lo cierto es que somos un solo actor, representando varios
papeles en la obra de teatro de la vida.
Conversando una vez en una reunión con
unos amigos, justamente tratábamos el tema de los diferentes roles y nuestras
actuaciones. Venimos a actuar en esta
obra de teatro, muchos y diferentes papeles. Pero en esencia, siempre seremos
los mismos. El problema es que a veces nos identificamos tanto con el papel que
tenemos, que nos cuesta soltarlo. Es
como si un actor, se cree el personaje y no lo suelta. Lo más probable es que
termine psíquicamente afectado y fuera de sí.
Pues eso es lo que nos sucede cuando
creemos que los papeles que interpretamos son ciertos. Y no lo son. Al final de
la obra, nos quitaremos todos los disfraces y regresaremos de donde vinimos,
tal como llegamos. Entonces:
¿Qué es lo que no te permite disfrutar
la vida?
¿Qué es lo que no te permite disfrutar
la obra de teatro en la que estas participando?
¿Por qué no eres como ese actor, que cuando
finaliza la película, vuelve a ser él mismo, y se deslastra de ese personaje?
De la misma forma que la obra de
teatro trata de transmitir una enseñanza; ¿no será que la vida nos invita a
aprender cuando nos entrega nuestro papel?
Nos creemos el protagonista de la película; pero ¿cuántos protagonistas
existen en esta misma obra? Cada uno de los roles está perfectamente
entrelazado con todos los demás. Todo está
concatenado en esta maravillosa puesta en escena, todo tiene su momento y sigue
su propio ritmo y tempo, ¿te has dado cuenta?
LA HISTORIA PERSONAL
Las ideas que construimos en nuestra
mente, forman parte de la historia que nos contamos, de nuestra historia
personal. Esa historia que nos creemos, y que sólo nosotros sabemos. Nada pasó
tal como lo recordamos, ciertamente algo sucedió, pero lo más probable es que la
interpretación de lo que ocurrió, es lo que nos afecta. Ese personaje que creamos en la historia, que
consideramos importante, fundamental e imprescindible, también lo conocemos
como EGO. Simplemente encierra en él todo aquello que nosotros creemos que es.
Y sin embargo, no es.
En otra conversación, preguntaba
alguien: ¿qué es lo que muere cuando alguien
muere? Mi idea en relación a ese punto, es que lo único que muere es el
EGO, el concepto de esa persona, la historia personal con todas sus interpretaciones. Lo demás se transforma. El cuerpo vuelve a la
naturaleza, la energía a donde pertenece, y la mente se integra a la mente
universal, a la inteligencia divina. Ese EGO, ese concepto de quien era y quien
soy, simplemente ya no existe. Tampoco
existe el karma o la causalidad. Ese EGO
es parte de la ilusión en la cual vivimos; del Maya en el cual respiramos. ¿Somos
capaces de ver la Realidad? Probablemente
no. Solo la interpretamos. Y lo hacemos de acuerdo a nuestros juicios o formas
de ver el mundo. Representamos papeles en la historia de la vida. Cuando creemos
la historia de nuestro papel, sufrimos con ello, sobretodo, cuando ese papel finaliza.
En caso contrario, disfrutaremos lo maravilloso de la vida fuera de las escenas
limitadas.
Lamentablemente vivimos nuestra vida a
la carrera, como en una película. Queremos emular a nuestros héroes; nos han
metido en la cabeza qué debemos hacer y cómo; nos hablan del éxito y el
fracaso, y de: “nunca es suficiente”. Pasamos la vida apurados, sufriendo
porque no tenemos aquello que creemos que nos merecemos, cuando realmente
sucede que no disfrutamos lo que verdaderamente tenemos. Si nos detuviésemos por
un instante y fuésemos capaces de apreciar la vida en su verdadera dimensión, veríamos
que tan agraciados somos, y cuánto le debemos a esta vida. Pero estamos acostumbrados a vivir en la
escasez, en ese espacio en donde lo único que hacemos es quejarnos, porque
siempre esperamos más. Desde que abrimos los ojos, hasta que nos vamos a
dormir, siempre estamos esperando más. Y
no nos damos cuenta de que no disfrutamos lo que tenemos, por estar pendiente
de lo que no tenemos.
Y siempre se buscan nuevos conceptos,
por ejemplo, ahora se nos da una nueva tarea. El tema de moda es buscarle propósito
a nuestra vida. Nos preguntamos: ¿Cuál es nuestro propósito? Comenzamos a
investigar, a averiguar, a leer a aquellos gurúes que nos dicen cuál es nuestro
propósito. Pero resulta ser que ese propósito
está relacionado con el trabajo, no es más que una manipulación de la sociedad.
Nos tienen alienados, alimentando el “nunca es suficiente”. Y como nos da miedo
preguntar, entonces nos involucramos en esa búsqueda de moda. Nos dicen: tienes
un propósito cuando cumples tus sueños, y eso se relaciona con hacer algo útil.
¿Qué utilidad tiene una flor? ¿Para qué existe? ¿Qué utilidad tiene una
cucaracha? ¿Un zamuro? Es simplemente parte de la vida. Y ¿qué es lo que hacen?
¿Se preocupan de su papel en la vida, o simplemente viven a plenitud?
No será que, en lugar de preguntarnos ¿Cuál
es nuestro propósito?, mejor nos preguntamos ¿Por qué no vivimos a plenitud? Y
eso, ¿Qué es? Es vivir en presencia, vivir en estado consciente, en el aquí y
en el ahora. Disfrutar la vida tal como se presenta, sin ponerle títulos, sino
simplemente disfrutando los aromas, los colores, los sonidos, los sabores, las
texturas del mundo que percibimos. Más allá
de eso, no podemos hacer otra cosa. Una rosa se abre de par en par, y entrega
la belleza de su ser, brindando la alegría maravillosa de sus colores, su aroma
y su textura. Pero a ella lo único que la preocupa es ser una rosa. Nada más.
Nos hablan de la búsqueda del sentido
de Viktor Frankl; pero ese ser humano vivió un episodio muy oscuro, en el cual
darle un sentido y tener una esperanza en su vida, le permitió mantenerse de
pie y ayudar a otros, a pesar de estar en un campo de concentración, con todo
lo que eso significa. Nuestro campo de concentración
consiste en vivir en la ilusión, sometidos por nuestro EGO. Suelta ese EGO, y
deja que tu verdadero Ser se manifieste.
Deja que brille la presencia maravillosa de tu consciencia divina,
siendo lo único que verdaderamente puedes ser.
YIN, YANG, TAO.
Para finalizar, en un grupo en el cual
participo, se me ocurrió hacer una pregunta que fue algo así como: Si la verdad
es yang y lo falso es yin, entonces, ¿existe lo falso dentro de lo verdadero y
lo verdadero dentro de lo falso? No es posible.
La verdad no tiene opuestos, por lo tanto no puede ser yin o yang. Nos
hemos acostumbrado a vivir en dualidad, sin embargo hay conceptos que son
únicos, al igual que la realidad. La verdad siempre será lo que es, y no
cambia. Lo que si cambia es nuestra percepción de ella, lo cual tiene que ver
con nosotros, no con la verdad. Por consiguiente, tanto la verdad como la
realidad, que son la misma cosa, representan todo lo que existe, que como decía
Lao Tze, es el Tao o el camino.
LA PERFECTA NATURALEZA DEL SER
Somos seres perfectamente imperfectos,
en búsqueda de la perfección. La perfección es inmanente a nuestro Ser.
Siguiendo la simpleza del Tao, dejemos que el camino nos lleve a los lugares
que debemos transitar, y simplemente dejémonos sorprender a través de la
Presencia, por la belleza de esta maravillosa y única experiencia que es la
Vida.
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